Laburpena:
De acuerdo con este artículo, el paso de las definiciones de la calidad de vida al análisis del contexto, los factores personales y las interacciones entre entorno y sujeto han trasladado la metodología utilizada en la provisión de servicios a personas con discapacidad intelectual del paradigma del cuidado al del apoyo. Variar el objetivo y buscar la optimización de la vida de estas personas desarrollando planes individualizados implica una evaluación fundada en medidas subjetivas y objetivas. Numerosos estudios interculturales han validado ocho dimensiones básicas de la calidad de vida –bienestar emocional, relaciones interpersonales, bienestar material, desarrollo personal, bienestar físico, autodeterminación, inclusión social y derechos–, que se resumen en tres factores: independencia, participación social y bienestar. Según esta metodología, se realiza una primera entrevista para recavar datos sobre la situación actual e ideal de la persona. Esta información, junto a las opiniones de sus familiares, sirve para fijar los objetivos de esta persona y los apoyos necesarios para conseguirlos. Un plan individualizado de apoyos sirve para mejorar la atención centrada en la persona y de guía para el cambio favoreciendo, además, las mejoras en los aspectos organizativos.