Resumen:
Este artículo aborda la relación clínica en salud mental, considerada como un encuentro con el otro. Se defiende el reconocimiento del otro como ser sensible que vive un drama antes que un estado diagnóstico. Cada persona requiere ser reconocida en su individualidad por un entorno clínico que debe proporcionar seguridad, confianza y diálogo para entender sus vivencias y conflictos. El profesional es también una persona en interacción con quien acude al servicio y debe actuar con una actitud, ética a la vez que técnica, que propicie el reconocimiento y el diálogo. Se consideran tres perspectivas relacionales básicas para el desarrollo de una clínica colaborativa: el principio de caridad interpretativa de Donald Davidson; el “viajar entre los mundos” de Nancy Potter y la idea de validar y “dar comprensión”, de Marsha Linehan y Nancy Potter, respectivamente. Todo ello se compara con el modelo de asistencia habitual, que no deja espacio para conversar sobre las dificultades de las personas y donde la seguridad, la confianza y la colaboración no son valores a considerar. Se señala que la bioética habitual del campo no recoge las cuestiones centrales de la asistencia actual en salud mental, abundantemente reflejadas por el movimiento de usuarios, numerosos profesionales y estudiosos, e instancias político-sociales. Se aboga por introducir cambios asistenciales que permitan practicar el diálogo y una clínica colaborativa.