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La inteligencia artificial (IA) ha revolucionado nuestras vidas y seguirá transformándolas extraordinariamente en las próximas décadas. Su potencial es indiscutible y sus aplicaciones pueden aportar beneficios importantísimos a las personas con discapacidad. Sin embargo, la IA es una realidad claramente ambivalente y, junto a su cara amable, presenta también otra conformada por diversos riesgos fundamentales, muchos de corte ético, susceptibles de crear nuevos tipos de discriminación que cercenen los derechos de tales colectivos, siempre en permanente reivindicación, especialmente ante realidades novedosas. Este trabajo revisará en sentido genérico las ventajas y puntos oscuros de la inteligencia artificial en relación con las personas con discapacidad, para focalizarse de forma particular en los sesgos algorítmicos, un elemento clave con reconocida capacidad de organizar la sociedad e influir en las políticas e instituciones a través de una toma de decisiones autónoma, basada en un comportamiento en ocasiones injusto y discriminatorio. Finalmente, se aportarán algunas soluciones tendentes a moldear un fenómeno aún incipiente, de modo que se desarrolle al servicio de todas las personas, incluyendo aquellas que presentan cualquier tipo de discapacidad. |