Abstract:
Desde los orígenes del concepto borderline, podemos presenciar el descontento que existe entre profesionales y pacientes ante tal denominación. Muestra de ello es la diversidad de apelativos que se le han adjudicado al trastorno límite de la personalidad (TLP), todos ellos en torno a la idea de algo fronterizo o en tierra de nadie. Por otro lado, tampoco hay acuerdo acerca del concepto ni del grupo nosológico al que se debe adscribir, habiéndose enmarcado en diversos grupos nosológicos en función de los rasgos que se consideran básicos o de aspectos de su etiología. En la actualidad sigue reclamándose un cambio de nombre, así como que deje de considerarse un trastorno de personalidad como el resto de los descritos en los clusters del sistema DSM. En esta exposición no nos centraremos en la descripción sintomatológica del cuadro TLP, sino que, mediante una revisión bibliográfica, planteamos lo propio o impropio de la denominación del trastorno y, también, la confusión que desde sus inicios suscita el concepto límite.