Abstract:
Las psicoterapias, en plural, constituyen un recurso terapéutico fundamental que con frecuencia se oferta muy escasamente en el sistema público de salud mental. Los psicoterapeutas mantenemos a menudo actitudes dogmáticas que perturban la difusión de las técnicas y su implementación. Es imprescindible una perspectiva biopsicosocial real y, a la vez, una actitud integradora auténtica que recoja la realidad múltiple de lo psíquico y los diferentes modos de acercarse a ello. Las autoridades sanitarias tienden a prestar escasa atención real a este tema y existe una asombrosa indiferencia por parte de profesionales, autoridades, pacientes y sociedad en general ante el hecho gravísimo de que no se está ofertando a los pacientes tratamientos que en algunas ocasiones constituyen la única intervención eficaz que se conoce. Conviene realizar una autocrítica al examinar los factores que influyen en esta preocupante situación, pues algunas variables importantes dependen de nosotros, los propios psicoterapeutas. El funcionamiento desde un dualismo trasnochado, nuestro desconocimiento de las abundantes evidencias que apoyan nuestra práctica, los narcisismos infantiles de las pequeñas diferencias profesionales y el hecho muy real de que los profesionales podemos optar sencillamente por no hacer psicoterapia en nuestra práctica diaria son aspectos que merecen una seria reflexión. Las psicoterapias no son prácticas atractivas que debieran depender de peripecias formativas o biográficas de los clínicos concretos, sino potentes herramientas terapéuticas que tenemos la obligación de proporcionar a nuestros pacientes y que, además, suponen una manera especialmente humana, digna y respetuosa de construir vínculos significativos con ellos.