Resumen:
Los estudios históricos sobre las lenguas de signos han estado estrechamente ligados a los estudios sobre la educación formal de las personas sordas, mientras soslayaban otros ámbitos de actuación y de atención, quizás por la creencia de que difícilmente se iba a encontrar algo mejor que lo que, a diario, se hacía y se encontraba registrado y documentado en la escuela; per o si sobrepasamos el marco escolar aparece una realidad bien distinta. El ejemplo más sobresaliente es el manuscrito de Simón del 1821, en el que, por primera vez, se muestra la potencialidad de la lengua de signos en la formación moral y religiosa de las personas sordas. Presentar a la comunidad científica el manuscrito de Francisco de Paula Simón, el contexto histórico en el que se produjo, el marco del hallazgo bibliográfico y, principalmente, destacar la importancia del glosario de signos que presenta y la composición sintáctica de la entonces incipiente lengua de signos y su continuidad en el tiempo, es el objetivo de este artículo. Un manuscrito, de próxima publicación, que destaca la capacidad comunicativa de la lengua de signos y la competencia de las personas sordas para adoptarlos, nos ayudará no solo a conocer cómo signaban nuestros antepasados sordos en su relación con la realidad natural y social, sino a profundizar lingüísticamente en la génesis de los signos que presenta, su concordancia y su evolución diacrónica. Constituye el primer marco referencial – un tratado de doctrina cristiana signado – para que los expertos (historiadores, lingüistas, intérpretes y personas sordas) pongan en juego sus habilidades intelectuales y manuales.